Ese maldito momento




Simplemente hay situaciones y personas de las cuales ni siquiera vale la pena escribir,  perder energías o tiempo, pero en esta ocasión te encontraste con lo impensable, hasta los imposibles si pueden ocurrir, y me pregunté tantas veces las razones de lo ocurrido, y para llegar a ese maldito momento debería reconocer que me lo merecía, por ser muy “sociable” con los hombres, o “demasiado amable” con mis compañeros de trabajo, o la que más me ofendió: “Carolina eres demasiado confiada con ellos, y tal vez te lo buscaste”, me dijo el director mientras recibía mi carta de renuncia.

Aun así, nada justifica que este tipo de situaciones ocurran en un campamento donde se supone te debes de sentir cómoda y segura, tampoco que esa persona en la que confiaste durante el poco tiempo que comenzaste ese proyecto se meta a mi habitación sin ser invitado a forzarme en mi propia cama, sin detenerse ante el no quiero, no más, ándate, y que nadie me escuchara ni me auxiliara. No sé cómo o de dónde saqué fuerzas, pero no permití que llegara hasta donde él quería a la fuerza; me dolían los brazos y las piernas de luchar contra su peso, sentía que me ahogaba y no podía respirar ni continuar, por momentos sentí rendirme, pero había algo en mí que no podía permitir que ese maldito momento sucediera y que el ganara en su coacción, hasta que se fatigó y se fue a su habitación. 

Quedé en shock, agotada y llorando en silencio en la madrugada de ese domingo, solo quería irme a mi casa y dejar todo tirado, y comencé a sentir ese olor a su sudor en mí, en mi cama, en la habitación, estuve despierta aguantando ese olor hasta poder levantarme, me sentía como un peso muerto, tirado, mirando el techo, juntando energías para salir de la cama; en ese primer intento, me percaté que el baño estaba ocupado, ahí maldije que un baño para 5 personas en una misma casa como campamento y mixto no es suficiente, pero me senté detrás de la puerta de la habitación a esperar y esperar, no podía más con ese olor, esperé a que todos se fueran para finalmente ducharme y quitármelo de encima, las lágrimas no cesaban, y mis ojos hinchados no me iban a ayudar en la estadía en la oficina. Tenía que llegar allí, y las piernas no me funcionaban, me detuve en la puerta de la casa sin saber qué hacer o hacia donde dirigirme sabiéndolo, con la mirada perdida y por inercia llegué a la oficina.

No quería que me saludaran, me hablaran o me tocaran, por mucho tiempo no toleré ningún tipo de contacto de mis compañeros de trabajo, incluso en los proyectos siguientes, pero fue ese momento que marcó mis conductas en adelante, y tal vez para muchas personas me convertí en cara dura; ausente y prevenida caminé de aquí para allá, sin tener claro que quería y hacia donde construir mi vida después de esto.

Me esforcé por librar esta batalla interna que tenía todos los días en ese lugar que me recordaba ese maldito momento y me tuve que reconstruir y renunciar a ese proyecto, no podía dar cabida a una persona así en mi vida, tantos eventos inesperados ocurridos últimamente, hacen ponerte alerta, debía prestarle mucha atención a cómo iba a actuar si quería obtener otros resultados, para superarlo y salir adelante, así como mejorar mi salud física y mental.

Renuncié, pero es difícil seguir y responder preguntas incómodas sin poder contarlo todo al respecto, quedé mal laboralmente por dejar mi cargo en tan poco tiempo de haber iniciado el proyecto, pero en el fondo solo me importaba estar a salvo, otros proyectos aparecerían y yo podría darle continuidad a mi vida laboral.

Afrontándolo todo sola, no fui capaz de compartirlo con nadie hasta muchos años después, que logré contárselo a mi mamá, pues no quería preocuparla ni lastimarla con lo sucedido, lloró, y quería matar y comer del muerto como decimos en mi tierra, pero no valía la pena, ya pasó el tiempo y seguí adelante con mi vida como pude, con las herramientas que tenía en ese tiempo, no es fácil curar tus propias heridas, el aislamiento y la cautela me pareció lo correcto.

Soy cara dura y todo, pero es mi manera de protegerme, de no dejar que algo así volviera a pasar, y a pesar que ese maldito momento es parte de mi vida, no dejé que me arruinara por el resto del camino, el cual solo soñaba recorrerlo junto a una persona que me hiciera sentir amada y valorada. 


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