Desconociéndonos
El tiempo pasó, no tenías el tiempo ni las energías para gastar con ellos, estabas agotada física y mentalmente de tanto trabajo, de tanto viajar, y de rodar en el mismo círculo que no parecía llevarte a ninguna parte, por meses, por años, hablaban de lo mismo, frecuentaban el mismo lugar, la misma mesa, el mismo menú, la misma rutina, a la cual se iban incorporando personajes que cada uno llevaba, a pesar de que emprendían aventuras emocionantes juntos, que por el momento era lo único que había, te aferraste con todo tu ser para no sentirte tan sola, y en él te identificabas como persona dependiente a los hábitos, ideas, problemas, amores y desamores, y pensamientos creativos, que tenían en común, para después convertirte en ese personaje que ya no pertenecía allí.
Te fuiste alejando al encontrar otros intereses en los diferentes lugares que recorrías por motivos laborales, comenzaste a conocer a otras personas que te llevaron a rodar en otros círculos, el tiempo pasó, hasta que se fueron convirtiendo en extraños conocidos a lo lejos que se cruzaban contigo de vez en cuando.
Te fuiste cansando, de tantos enredos sin desenredar, de tantas quejas, de tantas búsquedas sin encuentros, de tanto rogar a cuenta gotas una amistad, un rato, un amor, te cansaste de esperar a las personas, y de no llevar el mismo ritmo, de no aprovechar cada momento juntos para hacerlo más positivo y aportante; también te cansaste de pasar el tiempo intentando cambiar tu vida y las suyas, de intervenir a veces intensamente en la búsqueda de soluciones de lo insolucionable, ni siquiera por ellos mismos, tenías la necesidad de servir, de salvar, creías que era tan fácil, pero la mayoría de las veces las personas quieren cambiar sus vidas, y hablan tanto al respecto, pero tanto de eso, hasta el dolor, hasta el cansancio, y no hacen nada para que ocurra el cambio, solo nos sentábamos a poner quejas de la poca plata que ganábamos, de lo esclavizante de los empleos, de las efímeras relaciones sentimentales, alguno se enamoraba o no más que el otro, del tanto tiempo que dedicábamos a estar por fuera de la casa en este círculo vicioso que aparentemente nos lo ofrecía todo y a la vez nada, de lo asfixiante que eran las familias, del mucho humo y alcohol, de lo poco serio que nos tomábamos la vida, y de lo incomprensible que era el resto del mundo por no entender lo que nosotros hacíamos, nos fuimos refugiando en nosotros mismos para no enfrentar los cambios a los que el mundo nos iba exigiendo, nos queríamos quedar en el mismo sitio, haciendo los mismo, hablando de lo mismo y no evolucionar.
Luego te das cuenta que los lazos creados no son tan fuertes como hubieses querido, te perdiste de todo de sus vidas, y aunque se distanciaron por razones ajenas a peleas, o malos entendidos, las relaciones cambian a medida que pasa el tiempo, el trabajo, los intereses personales, las mudanzas, hacen que las personas se vayan distanciando por naturaleza, o por las etapas que cada uno va superando en la vida y que conservemos cerca a aquellos a quien realmente les importamos, o los necesitemos cerca para compartir nuestras vidas.
Llegaste a un punto que te cansaste de compartir, te cansaste de involucrar en tu vida a personas que no podían llenar ese vacío que vienes sintiendo desde hace años, nada ni nadie podía satisfacer la necesidad misma de sentirte necesitada e importante en la vida de alguien, eras simplemente una persona agradable, simpática, conversadora, fácil de llevar, interesante, pero eso y nada más, nadie más te necesitaba como tu creías necesitar a alguien, esperabas tanto de las personas pero te decepcionaban.
Tanto desinterés te llevó a esto, a escribirles de vez en cuando queriendo saber cómo están, si aún residen donde tú resides, compartir un café o simplemente volver a conocernos, reparar un lazo que alguna vez tuvimos y que me sirvió mucho en su momento para no sentirme tan sola en la en la búsqueda de mí misma para llenar un espacio que solo yo podía descubrir.
Y a pesar de que llegaste a conocer mucha gente, nos fuimos olvidando hasta convertirnos en desconocidos con muchos recuerdos en común, que ahora nos da dificultad mantener una conversación como antes, cancelamos encuentros, encontramos excusas para no hacernos sentir mal, experimentamos silencios incómodos, miramos el reloj, damos respuestas monosílabas y cortas que no ahondan más allá, miramos a nuestro alrededor para que pase el tiempo, que pase la gente, pero que pase algo para dejar de sentirnos como dos extraños sentados en la misma mesa después de tanto tiempo.
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