El camino por la ansiedad




Te vuelves a mirar a los ojos después de mucho tiempo y te percatas de tu mirada calma y serena, no habías notado que tus ojos reflejaban angustia, estabas sufriendo por dentro, tan concentrada en que los demás no sufrieran; se te olvidó que también sufrías y llevabas una carga por demasiados años ya, que pesaba tanto pero tanto que tu cuerpo lo puso todo para afuera.  

Tenías que explotar, vomitas 1 vez y piensas que es pasajero por algo que comiste,  2, 3, 4 veces y comienzas a preocuparte y debilitarte, 6, 7, 8  y sientes que ya no puedes más, 9, 10 y 11 veces más, y te duele el pecho de tanto recostarte y caer con fuerza en el sanitario, te sientes como un trapo mojado, sin alientos de nada; después de descartar varios diagnósticos médicos, te das cuenta que tu cuerpo llevó la peor parte y no lo soportó más, te está diciendo algo, algo profundamente doloroso y antiguo dentro de ti, que lleva más tiempo del que pensabas y no es la primera vez en manifestarse.  

Te das cuenta que eres prisionera de miedos, pensamientos repetitivos y catastróficos, distracciones, perfeccionismo y sobre todo de auto juzgamiento: nunca es suficiente. No tienes idea de cómo las cosas salen bien a pesar de pensar siempre lo peor y prepararte para eso, teniendo listas y soluciones para cualquier circunstancia que pudiera o no presentarse, la desesperación y el acelere por hacer todo ya, pierdes el tiempo valioso sin vivir y disfrutar el presente.  

No le habías puesto un nombre, siempre te  has sentido ansiosa desde que tenías uso de razón, y tu vida dio muchas vueltas en torno a la ansiedad; crecer y vivir con ansiedad es guardar distancia y poner un muro entre las personas y tú para que no desaten en ti sentimientos de angustia: eres una prisionera de la ansiedad, buscando el camino de regreso hacia ti, un camino solitario y que pocos lo entienden, enfrentas de manera distinta una situación típica para otros, creando tormentas en vasos de agua, mucha veces terminas alejando a las personas que no aguantan  tu voltaje.

Decides entonces que no aguantas más enfrentar esto sola, todo lo que has buscado y hecho para ayudarte no ha funcionado, ni encuentras la manera de salir de este pozo profundo y oscuro que lleva años arrastrándote cada vez más al fondo, y ese fondo duele en el cuerpo, duele en la cabeza y en la mente nublada de pensamientos inútiles que solo te han conducido al desgaste. Para una persona ansiosa que quiere tener el control de todo es difícil aceptar que necesita ayuda, y normalizas tantos síntomas que te estaban diciendo que necesitas otro ritmo, pero te da miedo mirar hacia atrás, hacia adelante y vivir el presente, llevas en estado de supervivencia por muchos años y no te suelta para poder respirar tranquilidad, aprendiste a vivir con todo eso, como un vicio que cuesta dejar, adicta a la velocidad, tu cuerpo se va debilitando, y te vuelves menos funcional.

Te tienden la mano, encuentras la ayuda que necesitabas y empiezas un proceso de transformación que te lleva por el camino acertado para atravesar la muralla que tenías entre el mundo y tú, te reencuentras a ti misma, mirándote con compasión, sin castigarte por lo que eres, aceptando que hay otras maneras de vivir el presente, de manera funcional, y si llegan los síntomas fisiológicos, tienes las herramientas para controlarlos y guardar la calma que necesitas para seguir adelante.


Todos los derechos de autor reservados ©

CONVERSATION

0 Comments:

Publicar un comentario