Crisis en las montañas

Escribirte es lo único que me mantiene con cordura en este momento, esto no es vida, ¿vivir rodeada de riesgos si es vivir?, mientras huía de toda esta situación, mientras atravesaba un derrumbe aun cayendo, pensaba en cómo sería huir contigo a un sitio que me dé la tranquilidad que necesito, y disfrutarnos como nunca lo hemos podido hacer, solo pensaba en el nosotros que nunca hemos sido, en tantas cosas que no nos hemos dicho, tal vez por los miedos de cada uno o tal vez porque no haya nada que decir al respecto. 

Desde la noche anterior que nos informaron que teníamos que salir del campamento de urgencia, solo pensaba que no quería regresar, a pesar de estar rodeada de tantas personas me sentía tan sola, y más en un momento tan crítico que te dicen que corres peligro, no sabía quién iba a acompañarme en la evacuación, quien iba a tomar mi mano para tranquilizarnos a ambos, a quien le podía decir lo asustada que me sentía, no había nadie para eso, estaba sola, en medio de tanta gente seguía instrucciones para salir de allí lo más rápido posible y de la manera más “segura”, era tan contradictorio escuchar eso, en una evacuación crítica hacerlo de una manera segura, nadie sabía que nos podía esperar a lo largo del trayecto, era solo un plan.

Hay instantes que no logro recordar, muchas veces olvido para defender mis recuerdos de lo peor, mecanismo de defensa o no, me cuesta poner en palabras cada detalle de esa evacuación, luego de informarnos el plan, lo más sensato era dormir, yo no lo hice y creo que muchos no lo hicieron tampoco, solo pensaba si yo perseguía al peligro o era al contrario, o si por cuestiones de lecciones de vida me tocaba vivir esas cosas para hacerme más fuerte, y mirar desde otra perspectiva la vida que había elegido vivir. Me bañé temprano, organicé mis cosas, e iba liviana, pues una de las cosas que he aprendido en este trabajo es andar liviana con lo más importante en caso de que ocurra lo inesperado, y si no regresaba iba a dejar en el campamento ropa y otros enceres que no me preocupaba más necesitar después.

Estaba lista no fui capaz de desayunar, había empacado algunas barras de cereal y agua para el camino, hice la fila junto con los demás para montarnos a los buses, en cada bus nombraron algunos líderes y yo era uno de ellos, tenía algunas responsabilidades en el trayecto, del cual no sabía nada al respecto ni que nos podía esperar a lo largo de este, hubo instantes que pasaban tan lento, los buses iban en caravana, despacio, como esperando que pasara algo, con tanto cuidado, como si las montañas a nuestro alrededor se estuvieran derrumbando, como si ellos nos estuvieran esperando, como si todo desapareciera a medida que íbamos avanzando. La vía no fue de mucha ayuda, había segmentos que estaban en mal estado por las lluvias y nos tocó hacer maniobras para pasar, poner tablas, dirigir al conductor, entre otras, yo seguía alerta, despierta mirando para todos los lados, no sabía si los estaba buscando a ellos en medio de los árboles, en las quebradas vigilándonos o esperándonos para hacernos algo, estaba tan inquieta que no me hallaba en aquel asiento.

Llegamos a un punto crítico, donde siempre caían rocas, nos tuvimos que detener y bajarnos para evaluar la situación, los buses no podían pasar, como líder del bus informé la situación  mis superiores y a pesar del concepto de varias personas de no atravesar el derrumbe así, solicitamos entonces la presencia de una persona con poder de decisión en el sitio, mientras esperábamos el calor se apoderó del bus y todos se bajaron, en ese momento nos dispersamos, habían personas de varias empresas, de la comunidad, éramos todos juntos, los que íbamos a atravesar el punto crítico: Km16+500, a medida que se mezclaba la gente, identifiqué algunos conocidos de otras empresas e intercambiamos tonterías para al menos reírnos un poco mientras esperábamos lo mejor o lo peor.

A la final la persona con poder de decisión ordenó pasar a través del derrumbe a pesar de que seguían cayendo rocas y de la recomendación de mi parte de esperar, así que tuvimos que hacerlo, yo me llené de pánico en ese momento porque ya había pasado por eso algunas veces y lo mejor era esperar, he visto morir gente atravesando derrumbes por desesperación, pero en ese momento no se podía esperar, había que evacuar, nos organizamos para hacerlo, y pasar de a tres personas por vez, en ese momento decidí que cuando lo cruzara iba a hacer todo lo humanamente posible por salir de ahí de cualquier manera, al otro lado solo había un bus, mototaxis, y algunos vehículos que no alcanzarían para tanta gente que estábamos evacuando a la vez.

Se llegó entonces el momento de cruzar, otras dos personas y yo, los tomé de las manos como si fuera la última persona con la que viviría, como si fuera mi ángel de la guarda, y así lo fue, yo no puedo explicar, pero crucé con los ojos cerrados, como si mis pies supieran por donde iban, y vieran cada obstáculo que tuvieran que atravesar, y de la mano de mis acompañantes que me tranquilizaban con su voz, confíe por un momento y abrí los ojos, miré hacia arriba (terrible error) pues pude ver cómo iban cayendo rocas hacia mi cabeza, me paralicé, mis rodillas no me sostenían, no podía respirar normalmente, tenía taquicardia, desaliento, mis manos nos tenían fuerza, me temblaba todo el cuerpo, y mis pies no lograban moverse, traté de cubrir mi cabeza con mis brazos, mis acompañantes, me sujetaron y me halaron con fuerza para que las rocas no cayeran sobre mí, comencé entonces a marearme y a tener más palpitaciones, sentía que no podía seguir, mis pies no me respondían, mi respiración no alcanzaba a darme fuerzas para seguir, sentía que me estaba abatiendo, no podía más, en esos cortos segundos solo pensaba en el error de cruzar así y como nos estábamos arriesgando a perder vidas por imprudencia, y por el afán de evacuar de manera “segura”.

Cuando al fin cruzamos, yo seguía sin poder respirar bien, mis acompañantes me ayudaron a recuperarme, me dieron una bolsa para respirar dentro de ella y recobrar el aliento, no me desampararon en ningún momento, y me alentaban diciéndome que como yo era una de las líderes de la evacuación debía de organizar la gente para ingresar a los vehículos dispuestos por la empresa para continuar con el camino, había mucho desorden, todos mezclados, y pocos vehículos para transportar a todos, así que en los buses de la empresa también dejé ingresar a personal de la asesoría que estaban sosteniéndose de la puerta de acceso sin tener donde más subirse, había espacio, así fuera parados, pero la arrogancia de algunos no les querían permitir subir, yo asumí la responsabilidad pues era una cuestión de emergencia de ayudarnos unos a otros.

Avanzamos otro tramo, y nos encontramos nuevamente con un derrumbe, el bus no podía continuar con su camino, y al otro lado sí que había menos posibilidades de transporte esta vez: mototaxi, turbo, camionetas o a pie, en ese momento todos nos dispersamos y era como sálvese quien pueda y salgan corriendo a buscar en que irse, yo tomé mi camino con aquellos que dejé subir al bus de la empresa pues estaban agradecidos conmigo por ayudarles y ahora no iba a estar sola para la travesía. Logramos montarnos en una turbo en medio del caos, nos tocó irnos parados en esa carretera destapada, llena de curvas y precipicios, más sin embargo algunos no tuvieron opción y seguir caminando.
Cuando al fin llegamos al pueblo donde estaban más buses de la empresa, tomamos un rumbo seguro a Medellín, yo estaba agotada, mis brazos me dolían de sostenerme en la turbo, tenía sed, hambre y muchas ganas de llorar, era medio día cuando apenas salíamos para Medellín, en el camino pudimos almorzar, pero comí por comer, no por placer.
En casa me desmoroné, mi cuerpo ya no daba más y lloré por un largo rato, para así calmar mi desespero por salir de donde estaba, me tumbé en la cama hasta el otro día, siempre habrá otro día para comenzar de nuevo.

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