Después de tantos fracasos
llegas al punto de dejarte,
dejar de importarte,
te conviertes en un muerto viviente,
escondes tus sueños y sentimientos
donde nadie pueda encontrarlos,
los enterraste;
creas una máscara oscura y pesada
que nadie pueda descifrar,
te ocultas detrás de ella por mucho tiempo
creas una muralla para conservar la distancia
y sigues en modo supervivencia.
Recorres caminos arriesgados,
te paras al borde del abismo
sólo para contemplarlo y desafiarlo,
llegas a la cima sola
sin tener con quién compartir la victoria;
te caes y te levantas,
te limpias las heridas
que nunca terminan de sanar
porque no paras de abrirlas,
tu cuerpo comienza a cansarse
a sentirse agotado,
no lo escuchas y sigues maltratándolo
a tal punto de caerte en un sueño
y despiertas enferma.
Te sacudes y reflexionas,
si sigues así no vas a levantarte
la próxima vez,
y a lo lejos le ves
a través de un humo flotante,
que te lleva para nunca más
volverte a descuidar.
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